Alexander Humboldt en México (primera parte)

Por José Alberto Gaytán García*

El 22 de marzo de 1803 a bordo de la Fragata Orúe arribó al puerto de Acapulco Alexander von Humboldt, un extraordinario sabio alemán y quizás el hombre de ciencia más influyente que haya visitado nuestro país hasta ese entonces. Procedente de Guayaquil, Ecuador, el ilustre viajero alemán, llegaba a estas tierras con el propósito de realizar una exploración geográfica del territorio de la Nueva España, lo acompañaban el médico y botánico francés Aime Bonpland y el coronel ecuatoriano Carlos Montúfar y Larrea. Enteradas las autoridades virreinales de los motivos de la expedición, Humboldt y sus acompañantes, fueron recibidos con profundo respeto y aprecio por el virrey José de Iturrigaray; con igual aprecio y benevolencia fueron recibidos por los intelectuales y científicos novohispanos , quienes alejados de cualquier envidia, ofrecieron a estos increíbles “pioneros de la ciencia”, su total amistad, poniendo a su disposición, archivos oficiales, informes, compilaciones y documentos que en su conjunto representaban un riquísimo acervo científico sobre México.

Sorteando toda clase de peligros, en menos de un año, Humboldt recorrió de costa a costa las provincias de la Nueva España, en forma metódica y disciplinada, realizó valiosas observaciones astronómicas, termométricas, barométricas y obtuvo en forma exacta las posiciones geográficas de los lugares que visitaba, incluyendo la altitud, latitud y longitud de los puertos del virreinato. Escaló y midió montañas, entre ellas, el Cofre de Perote, el Volcán del Jorullo y el Nevado de Toluca. Asimismo, recabó valiosa información sobre geología y especímenes botánicos. Maravillado por el cúmulo de tan rica y basta información, Humboldt se dio tiempo para entablar correspondencia con los principales científicos del mundo, a quienes, emocionado, les compartió los detalles de sus hallazgos en el Nuevo Mundo. Por cierto, con base en dicha información, años después se escribirían en el extranjero valiosas obras científicas que hoy en día son guía y consulta obligada en biología, geología, astronomía y demás disciplinas científicas que investigó el sabio alemán. La principal obra que Humboldt alcanzó a elaborar en tan corto tiempo se tituló Tablas geográficas políticas del Reino de la Nueva España, un monumental trabajo nunca antes escrito en la historia de nuestro país sobre finanzas, minería, agricultura, comercio, población, fuerzas militares, etc.

Una expedición de tal magnitud solo fue posible gracias al valioso apoyo que le brindó el virrey de la Nueva España, según consta en el libro citado, el cual señala lo siguiente:

“He tenido siempre en alta estima las labores de los hombres dignos de mi particular reconocimiento y homenaje, cuando, como su Excelencia, se han dedicado a las importantes investigaciones de las ciencias naturales y van dedicados sus estudios al bien de la humanidad. En este sentido, pues, contesto a su Excelencia la nota, el oficio que me envió desde Acapulco con fecha 23 de marzo, complaciéndome en prestar a usted todo aquel apoyo que pueda serle útil y acompañarle con mis órdenes por la provincias de mi dependencia. Envió a usted por consiguiente los pasaportes y demás documentos que me ha solicitado. Dios guarde a su Excelencia por muchos años”.

El virrey Iturrigaray

Es importante precisar que en esa época la Nueva España experimentaba un profundo avance en investigación científica, por ejemplo, se renovaron los planes de estudios superiores, se introdujeron las ciencias modernas, se abrieron importantes centros científicos como el Real Seminario de Minería, se modernizó el Jardín Botánico, fundado por el rey Netzahualcóyotl, orgullosamente el primer centro de investigación botánica en el continente americano. Humboldt registró este auge cultural citando en sus libros que “Ninguna ciudad del Nuevo Continente, sin exceptuar las de los Estados Unidos, presenta establecimientos científicos tan grandes y tan sólidos como la capital de México”. De igual forma, reconoció que este progreso científico lo opacaban las enormes desigualdades sociales existentes entre “los que todo lo poseen y los que carecen de todo”. Cuánta razón tenía Humboldt, ya que precisamente esas desigualdades sociales serian seis años más tarde la causa principal de la guerra de independencia contra España.

La aportación científica y cultural que nos legó este formidable investigador alemán, es sencillamente monumental y sin paralelo en la historia del conocimiento de nuestro país, por esa razón, debemos recordar a Humboldt con el mismo aprecio y benevolencia con que fue recibido en nuestro país hace doscientos años. Al recordarlo, debemos ser justos y reflexionar si hoy en día seguimos apoyando con el mismo entusiasmo a nuestros hombres de ciencia como se hacía en esa época y una reflexión más, preguntarnos qué desarrollo le dimos a los cimientos científicos que nos dejó Humboldt para construir ese México moderno y educado que tanto anhelamos los mexicanos.

jalbertogaytangarcia@gmail.com
A05R6/17

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Acerca del autor

José Alberto Gaytan
José Alberto Gaytan
José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.

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